La obra de María José Crespo navega la tensión entre utilidad y deseo, entre lo funcional y el fracaso inevitable. La artista la concibe como un estado, no como un objeto
terminado.
“Vivir en el deseo implica aceptar el fracaso, intentarlo de nuevo y fallar.”
Este ritmo de ensayo y error organiza la exposición, mostrando restos, intentos y estructuras que sostienen algo más allá de su capacidad.
En este nuevo proyecto, resuena la investigación previa sobre las avisadoras, mujeres que usaban espejos para enviar señales. La lógica de la especulación persiste: la luz como mensaje, la espera como gesto, el cuerpo como mediación, “la precariedad como lenguaje, revelando los límites de los objetos al intentar más de lo posible.”
En Guadalajara, esta investigación se despliega en nuevos contextos materiales y urbanos. La ciudad ofrece un paisaje de materiales donde lo íntimo y lo estructural se cruzan.
El diálogo con la ciudad revela cómo la materialidad absorbe tensiones históricas y sociales, y cómo un objeto puede ser testigo y actor de esas tensiones.
“La riqueza material de la ciudad me llevó a explorar texturas, elementos y patrones conocidos para la gente local.”
La escultura de Crespo explora la tensión entre funcionalidad y deseo, donde la fragilidad y el fallo se convierten en motores de experimentación. Abrazar “el fallo como
metodología es parte de la experiencia artística y personal.
” “To live in a state of Desire (and failing again)” va más allá de la materialidad, explorando los límites del deseo humano y la persistencia frente a la imposibilidad. Cada pieza proyecta el deseo más allá de su realización,“aceptando el fracaso como parte del proceso.”
El diálogo de la artista con Guadalajara, sus materiales e historia, abre nuevas posibilidades: vaciados en metales, referencias a la fotografía de Agustín Casasola y la
reconsideración de gestos históricos femeninos.
“Las avisadoras, como personajes, reflejan la dinámica activa de atravesar algo y cómo lo femenino habita estructuras de vigilancia. Mientras los hombres tenían espejos prácticos, las mujeres usaban espejos de vanidad para mandar mensajes. ” La obra se convierte en un mapa de tensiones, un laboratorio donde la agencia de los objetos y la historia se entrelazan, donde la intimidad y lo político, lo doméstico y lo estructural, lo esperado y lo fallido conviven.
“Me permitió explorar libremente la riqueza material y ampliar mi investigación en un contexto urbano y cultural distinto. ” La exposición propone al espectador reconocer en los objetos cotidianos la persistencia del gesto, la carga de la historia y la apertura de la imaginación.
Cada pieza invita a habitar la tensión, a mirar lo que no se alcanza y a aceptar que el deseo siempre se derrama.
La obra de María José Crespo navega la tensión entre utilidad y deseo, entre lo funcional y el fracaso inevitable. La artista la concibe como un estado, no como un objeto
terminado.
“Vivir en el deseo implica aceptar el fracaso, intentarlo de nuevo y fallar.”
Este ritmo de ensayo y error organiza la exposición, mostrando restos, intentos y estructuras que sostienen algo más allá de su capacidad.
En este nuevo proyecto, resuena la investigación previa sobre las avisadoras, mujeres que usaban espejos para enviar señales. La lógica de la especulación persiste: la luz como mensaje, la espera como gesto, el cuerpo como mediación, “la precariedad como lenguaje, revelando los límites de los objetos al intentar más de lo posible.”
En Guadalajara, esta investigación se despliega en nuevos contextos materiales y urbanos. La ciudad ofrece un paisaje de materiales donde lo íntimo y lo estructural se cruzan.
El diálogo con la ciudad revela cómo la materialidad absorbe tensiones históricas y sociales, y cómo un objeto puede ser testigo y actor de esas tensiones.
“La riqueza material de la ciudad me llevó a explorar texturas, elementos y patrones conocidos para la gente local.”
La escultura de Crespo explora la tensión entre funcionalidad y deseo, donde la fragilidad y el fallo se convierten en motores de experimentación. Abrazar “el fallo como
metodología es parte de la experiencia artística y personal.
” “To live in a state of Desire (and failing again)” va más allá de la materialidad, explorando los límites del deseo humano y la persistencia frente a la imposibilidad. Cada pieza proyecta el deseo más allá de su realización,“aceptando el fracaso como parte del proceso.”
El diálogo de la artista con Guadalajara, sus materiales e historia, abre nuevas posibilidades: vaciados en metales, referencias a la fotografía de Agustín Casasola y la
reconsideración de gestos históricos femeninos.
“Las avisadoras, como personajes, reflejan la dinámica activa de atravesar algo y cómo lo femenino habita estructuras de vigilancia. Mientras los hombres tenían espejos prácticos, las mujeres usaban espejos de vanidad para mandar mensajes. ” La obra se convierte en un mapa de tensiones, un laboratorio donde la agencia de los objetos y la historia se entrelazan, donde la intimidad y lo político, lo doméstico y lo estructural, lo esperado y lo fallido conviven.
“Me permitió explorar libremente la riqueza material y ampliar mi investigación en un contexto urbano y cultural distinto. ” La exposición propone al espectador reconocer en los objetos cotidianos la persistencia del gesto, la carga de la historia y la apertura de la imaginación.
Cada pieza invita a habitar la tensión, a mirar lo que no se alcanza y a aceptar que el deseo siempre se derrama.
…pues me hicieron pensar que las creencias eran propias.
La luz ya está prendida, pásale.
Quiero abrir con algo que puedes usar a tu favor.
¿Para qué buscar absolutos nítidos cuando hay tanta niebla?
¿Para qué quieres hacer transparente todo?
Ni con las manos, y menos con los ojos, se vence a lo condesado.
Vamos a mirar un rato.
Párate ahí, sí, en donde quieras. A veces es necesario hacer algo, hay que dejar ahí quieto,
así nada más. Hay cosas con mucha existencia (o ausencia por tanta existencia previa) y,
por eso, es mejor reposar las razones.
El horizonte es una línea que tú mismo trazaste, y te urge
conocer la distancia solo para después irte.
Siempre hay otras imágenes: las tuyas, las de otros y las del Data Center. Esto será hasta
que se derritan todos. Entonces, mataremos el infinito. ¡Celebremos!
Solo se me ocurre exorcizar intelectualidades, buscar
fantasmas en las imágenes. Creo al rato será momento de abrir jack boner and the
rebellion y soltar las poses de tus mejores conceptos. ¡Qué tantas ganas de no explicar
nada para comprender más!
¿Ya te cansaste de estar ahí parado?
Hay que caminar sin un plan, rebotar con lo que senos topa.
Vuelve a mirar, sí; todo está tasado y limitado. Son los ojos que te tocaron tener.
Ya todo estaba ahí, lo que pasa es que no se trata simplemente de hacer esto claro. Que aparezca lo que nos ocultan requiere oficio para destaparlo.
Se necesita hacer
interpretaciones de esas que no hacen sentido.
Estamos rozando el punto, pero no le damos.
Por favor nunca le des. Tanta filosofía revuelta puede apagar la luz.
La obra de María José Crespo navega la tensión entre utilidad y deseo, entre lo funcional y el fracaso inevitable. La artista la concibe como un estado, no como un objeto
terminado.
“Vivir en el deseo implica aceptar el fracaso, intentarlo de nuevo y fallar.”
Este ritmo de ensayo y error organiza la exposición, mostrando restos, intentos y estructuras que sostienen algo más allá de su capacidad.
En este nuevo proyecto, resuena la investigación previa sobre las avisadoras, mujeres que usaban espejos para enviar señales. La lógica de la especulación persiste: la luz como mensaje, la espera como gesto, el cuerpo como mediación, “la precariedad como lenguaje, revelando los límites de los objetos al intentar más de lo posible.”
En Guadalajara, esta investigación se despliega en nuevos contextos materiales y urbanos. La ciudad ofrece un paisaje de materiales donde lo íntimo y lo estructural se cruzan.
El diálogo con la ciudad revela cómo la materialidad absorbe tensiones históricas y sociales, y cómo un objeto puede ser testigo y actor de esas tensiones.
“La riqueza material de la ciudad me llevó a explorar texturas, elementos y patrones conocidos para la gente local.”
La escultura de Crespo explora la tensión entre funcionalidad y deseo, donde la fragilidad y el fallo se convierten en motores de experimentación. Abrazar “el fallo como
metodología es parte de la experiencia artística y personal.
” “To live in a state of Desire (and failing again)” va más allá de la materialidad, explorando los límites del deseo humano y la persistencia frente a la imposibilidad. Cada pieza proyecta el deseo más allá de su realización,“aceptando el fracaso como parte del proceso.”
El diálogo de la artista con Guadalajara, sus materiales e historia, abre nuevas posibilidades: vaciados en metales, referencias a la fotografía de Agustín Casasola y la
reconsideración de gestos históricos femeninos.
“Las avisadoras, como personajes, reflejan la dinámica activa de atravesar algo y cómo lo femenino habita estructuras de vigilancia. Mientras los hombres tenían espejos prácticos, las mujeres usaban espejos de vanidad para mandar mensajes. ” La obra se convierte en un mapa de tensiones, un laboratorio donde la agencia de los objetos y la historia se entrelazan, donde la intimidad y lo político, lo doméstico y lo estructural, lo esperado y lo fallido conviven.
“Me permitió explorar libremente la riqueza material y ampliar mi investigación en un contexto urbano y cultural distinto. ” La exposición propone al espectador reconocer en los objetos cotidianos la persistencia del gesto, la carga de la historia y la apertura de la imaginación.
Cada pieza invita a habitar la tensión, a mirar lo que no se alcanza y a aceptar que el deseo siempre se derrama.
…pues me hicieron pensar que las creencias eran propias.
La luz ya está prendida, pásale.
Quiero abrir con algo que puedes usar a tu favor.
¿Para qué buscar absolutos nítidos cuando hay tanta niebla?
¿Para qué quieres hacer transparente todo?
Ni con las manos, y menos con los ojos, se vence a lo condesado.
Vamos a mirar un rato.
Párate ahí, sí, en donde quieras. A veces es necesario hacer algo, hay que dejar ahí quieto,
así nada más. Hay cosas con mucha existencia (o ausencia por tanta existencia previa) y,
por eso, es mejor reposar las razones.
El horizonte es una línea que tú mismo trazaste, y te urge
conocer la distancia solo para después irte.
Siempre hay otras imágenes: las tuyas, las de otros y las del Data Center. Esto será hasta
que se derritan todos. Entonces, mataremos el infinito. ¡Celebremos!
Solo se me ocurre exorcizar intelectualidades, buscar
fantasmas en las imágenes. Creo al rato será momento de abrir jack boner and the
rebellion y soltar las poses de tus mejores conceptos. ¡Qué tantas ganas de no explicar
nada para comprender más!
¿Ya te cansaste de estar ahí parado?
Hay que caminar sin un plan, rebotar con lo que senos topa.
Vuelve a mirar, sí; todo está tasado y limitado. Son los ojos que te tocaron tener.
Ya todo estaba ahí, lo que pasa es que no se trata simplemente de hacer esto claro. Que aparezca lo que nos ocultan requiere oficio para destaparlo.
Se necesita hacer
interpretaciones de esas que no hacen sentido.
Estamos rozando el punto, pero no le damos.
Por favor nunca le des. Tanta filosofía revuelta puede apagar la luz.